martes, 12 de enero de 2010

Diálogos en Alcaudete, (10)




- Buenos días.
- Vayan “ostés” con Dios.
- Dios te guarde mujer.
- Hay que ver lo antiguo que eres, Cansino. Hace un montón de años que no oía a nadie decir eso de Dios te guarde.
- Pues no me irás a decir que el saludo que nos ha dedicao esa buena mujer no es también antiguo.
- Si, ya casi nadie saluda así, pero lo de Dios te guarde es lo más.
- Bueno son costumbres heredadas de nuestros mayores y que a mi me gusta seguir usándolas. Me acuerdo que cuando yo era un chiquillo y estábamos comiendo, mi abuelo no decía a quien se acercara a la mesa -¿quieres comer?- sino que casi le soltaba de forma imperativa –Ven a comer-.
- Es cierto yo recuerdo que antiguamente se decía eso. Puede que tengas razón y que antes se era más ceremonioso que ahora.
- No, perdona, es que había bastante más vergüenza y respeto que ahora. No tienes más que ver y oír los saludos: - ¡ieejjaaa! ¿Qué haces?- y el otro contesta: -Naa-.
- O si no las mocicas que están too el día con eso de -Venga tía-,- Oye tía-, -¿Te mola tía?-. Hasta le he oído decir a alguna - ¿Qué pasa macha?-.
- Me río por que me estoy acordando que anteayer en Jaén le oí a uno decirle a otro: -¿Ande pollas vas?- y le contestó: -A la Alameda ni pollas.-
- Bueno es que en la capital, de siempre han sido así de borricos, que son incapaces de decir una frase sin meter la consabida coletilla dos o tres veces. Pero siguiendo con el tema yo me las tengo con mis hijos que no le enseñan a los nietos a presentarse como es debido, ¿No te has dado cuenta que los chiquillos son cada vez más hurones? Y que tutean a los mayores, los conozcan o no y eso no era así antes. Entra un crío en un establecimiento y se ve que no le han enseñado a saludar, les hablas y ni te contestan, yo no entiendo estas costumbres.
- Hombre, los tiempos cambian y ahora no se estila esa forma de ser.
- O sea que se estila la poca vergüenza ¿no? Mira, recuerdo cuando yo era un crío que le pregunté a mi abuela Estanislá: -Abuelita quien tiene que saludar primero, el más joven o el más mayor?- y mi abuela me contestó: - El que tenga más vergüenza hijo mío- y vaya si tenía razón. Vas a la notaría, al ambulatorio o a cualquier sitio donde haya gente esperando y llega uno o una y se sienta sin mediar palabra o a lo sumo pregunta quien es el último, lo dicho que somos cada vez más borricos y los niños si no se les enseña hacen lo que ven. Si tu no coges un libro en tu vida lo normal es que tus hijos no lean tampoco. Si escupes en el suelo ¿porqué no lo van a hacer ellos también?
- Creo que en eso tienes razón, hace unos cuantos años, me ocurrió una anécdota en Fuengirola, a donde fui con la parienta por celebrar nuestras bodas de plata. Estábamos sentados en una terraza de un bar del paseo marítimo y a nuestro lado había en una mesa, dos parejas que estaban tomando cerveza y unas raciones. Cada uno de ellos tenia ante sí una servilleta de papel en donde depositaban las cabezas de las gambas o las cáscaras de las almejas, puesto que el camarero no les había puesto más plato que el que contenían las raciones. Comentamos mi mujer y yo esta circunstancia y en esas estábamos cuando llamaron al camarero para pedirle más cerveza y nuevas raciones. Pues bien, el camarero trincó, con una mano y metiendo los dedos dentro, los cuatro vasos, los colocó en la bandeja y junto a ellos los dos platos de las raciones que habían comido, y cogiendo la “ruilla” que llevaba colgando le arreó dos o tres meneos a las servilletas llenas de desperdicios tirándolas al suelo a los pies de los comensales que con cara de sorpresa se miraban el uno al otro sin saber qué decir.
- Para que veas, aquí eso se ve cada vez menos, pero se ve y si no fíjate que muchos de los que están en la barra de cualquier bar siguen tirando las raspas de los boquerones o las servilletas usadas al suelo ¿eso lo hacemos en nuestra casa? No creo ¿y entonces por qué lo hacemos en el bar?
- Volviendo a lo del saludo, yo siempre saludo el primero y a todo el que me mira o que no se ha dado cuenta de mi presencia. A los únicos que no saludo son a los que me rehuyen la mirada o miran a otro lado. Y piensa que no los saludo por no comprometerlos o forzarlos a que me den los buenos días.
- Esa es buena costumbre Cándido, aunque a veces, alguno de esos que agachan la vista o se giran a ver un escaparate se merecen que se les pegue un vocinazo diciéndole –ADIOOOOSSSSSS- para que aprendan.
- …Te voy a decir como el abuelo de Inistol “ esto suena a tormenta” y va a llover que falta hace.
- Pues lo remediamos de momento, nos metemos en las Rejas que está aquí mismo y no arreamos un cafelillo ¿te parece?
- Sin discusión posible.


Publicado en el nº 21 de la revista Sierra Ahíllos

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